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sábado, 29 de enero de 2011

Una rosa roja con gotas de rocío mesetario
















Napol Eón

Esta rosa roja, que se baña todos los días en el rocío matutino,
deseo ofrecerla, especialmente, a madame Joseph Ine,
como agradecimiento a su ofrecimiento de ayuda y colaboración
en próximos eventos fotográficos.

Joseph Ine
¡Qué bien me conoce, mi estimado Napol Eón!. Sabe de mi debilidad por las flores en general, y por las rosas en particular. Sabe, también, que me producen necesaria felicidad; de ahí que agradezca su ofrecimiento, doblemente, en el día de hoy. Y aunque se encuentra lejos, en una de sus campañas, su humilde edecán y amante esposa, no le olvida. Puede ser, que esta separación sea demasiado pesada para mí: Entonces, iré a su encuentro allá en la meseta. Su empèratrize, Joseph Ine.

Napol Eón
Perdóneme la demora en responder, madame Joseph Ine. Hasta el día de hoy, no he podido ver su escrito por motivo de haber pasado unos días en el interior de un cenobio benedictino reposando de las fatigas causadas en la última campaña. Un lugar, donde el silencio es obligado y la meditación ineludible. Siendo mi único tiempo dedicado al ocio: la escucha de canto gregoriano.
Hoy, por fin, puedo comunicarme con usted pero, no obstante, debo decirle que desconozco cuando será la próxima vez que pueda hacerlo de nuevo.
También, quiero advertirle, madame Joseph Ine, que si viene usted por aquí, recibirá el abrazo más fuerte y grande que jamás le hayan dado nunca, y es posible que una vez aquí, os retenga junto a mí, no permitiendo que volváis al Elís Eo.
Espero verla pronto, mi querida Joseph Ine.

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